Desde hace 30 años se viene celebrando el 28 de Mayo
como día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, con el objetivo
de visibilizar y denunciar los problemas que sufren las mujeres para
disfrutar de una vida saludable y segura.
A pesar del avance en los derechos de las
mujeres, la sociedad aún está anclada en la cultura patriarcal y en ella, las mujeres encuentran
grandes dificultades para su desarrollo libre como es la asunción de
una mayor responsabilidad en la atención y cuidado de la familia y
el hogar. Esto, tiene consecuencias también en la salud de las mujeres, por una
parte, por la consabida doble presencia y, por otra, por las renuncias que,
voluntariamente o no, acaban asumiendo , y que implica una tensión
constante en el mantenimiento del equilibrio entre la esfera profesional,
familiar y personal. Es consecuencia de la llamada división sexual del trabajo
(hombre=ámbito productivo, empleo; mujeres=ámbito reproductivo, cuidados). De
ahí, la fuerte presencia de mujeres en el sector servicios.
En la crisis sanitaria y económica que estamos
sufriendo, a los factores de desigualdad no queda más remedio que añadirles
otros y los que estaban presentes se recrudecen.
Las trabajadoras que están prestando servicios en sus
puestos de trabajo tienen miedo al contagio y con ello a poder
contagiar a su familia, como consecuencia de esa doble jornada estructural que
soporta la mujer, su trabajo y los cuidados.
Por otro lado, está el teletrabajo,
una modalidad que también nos permite a muchas mujeres realizar nuestro trabajo desde el
domicilio a la vez que atendemos los cuidados. Este sistema,
que puede prevalecer siempre que sea posible, requiere una regulación, ya que de lo
contrario “libera y esclaviza” y es que, ciertamente, es una
forma de definir lo que puede ocurrir cuando no existen medidas eficaces para
la conciliación y el derecho a la desconexión digital, que es condición
necesaria en este sistema de trabajo. El teletrabajo es una posibilidad
que necesita de una regulación y cambio de paradigma en la aún arraigada
cultura de presentismo que amenaza con invisibilizar a
quién lo realiza.
Las diferencias biológicas, la desigualdad
de género, la segregación vertical y horizontal y la mayor precariedad femenina
tienen efectos negativos sobre la salud de las mujeres. La salud no es
solamente la ausencia de enfermedad, según define la OMS, por lo que debemos
garantizar el derecho a la Seguridad y Salud de las trabajadoras, reconocer las
formas múltiples de discriminación y factores de riesgo existentes para las
mujeres y contribuir a su bienestar físico, mental y social.
Gaceta Sindical 28 Mayo
Unidos/as somos más fuertes. Afíliate!!!
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